El jueves pasado di una charla en unas jornadas que se hicieron de historia medieval en la UAM. Como era una mesa redonda en la que otro compañero (bueno, mi novio XD) y yo debíamos desmitificar la Edad Media, él a través de la guerra y yo a través de la muerte, mi intención era hacerlo mostrando una de las partes menos conocidas de la muerte: los planctus. Estos planctus son composiciones que se escribían en recuerdo de un fallecido como forma de honrarle y homenajearle.
Lo que quería era conmover a la gente con la belleza de lo que se escribía acerca de la muerte y de cómo eran recordados aquellos que ya no estaban entre quienes les escribieron. Supongo que lo más fácil había sido hacer algo más esquemático y menos "sentimental", se ve que la forma tan particular que tengo yo de hacer historia no encaja mucho en el frío y ruin mundo académico (cosa que no implica que vaya a dejar de hacer la historia como la hago, que conste ^^.)
De aquel día me quedé con una cosa, y es que una mujer a la que le tengo mucho cariño, antes profesora mía y tutora, ahora maestra y amiga, me dijo que le encantaba mi forma de estudiar la muerte, sin miedo, de forma abierta, como si fuera cualquier otro tema que no diera el miedo que suele dar la muerte; y siempre me dice que ojalá se le pegara algo de ese no-miedo a la muerte.
Así que, esta entrada va un poco dedicada a ella y también sirve un poco de confesión para mí, de esas que suele hacer la gente en Internet, abriendo su pequeño mundo a quien quiera estar ahí para escuchar. Pues al margen de la fascinación que pueda sentir por la muerte y su mundo como persona romántica que soy (con el tiempo y cuanto más aprendía y estudiaba sobre el Romanticismo más me daba cuenta de que mi carácter se asemejaba más a los sentimientos de un romántico), tengo una historia personal con la muerte, que es la que quiero mostrarles a ustedes.
En mis primeros 17 años de vida tuve varias experiencias cercanas a la muerte, algunas de ellas me acercaron a la muerte de forma accidental, en otras era la única salida que veía para escapar de todo el dolor que sentía por culpa de mi entorno. Siempre se ha dicho que dormir es lo más parecido a estar muerto, pero creo que estar inconsciente es un estado aún más similar, pues ese tiempo que estás así es un tiempo de vida que pierdes, y en ese estado ¿dónde queda el alma? ¿en qué túnel se está? Hasta que de repente abres los ojos y vuelves a la vida.
En cualquier caso, en todas estas citas que he tenido con la Muerte, ya sean voluntarias o accidentales, Ella nunca se ha presentado, y eso lo he interpretado como que quería que siguiera viviendo, como si áun no hubiera llegado mi hora. Así que, cuando fui consciente de ello, empecé a considerarla mi amiga, mi mejor amiga.
Y como pasa con los amigos, que quieres conocerlos todo lo que puedas, así me pasa con la Muerte. Personalmente no la podré conocer hasta nuestra última cita; pero sí la puedo conocer a través de lo que otros escribieron sobre Ella.
Es por eso que me gusta estudiar los ritos funerarios de todas las civilizaciones, es por eso que me gustan los poemas en los que la Muerte es la protagonista, es por eso que en las pinturas que representan a la Muerte encuentro un rostro amigo, es por eso que me siento en paz y en compañía en los cementerios, es por eso que puedo apreciar la belleza que se esconde en la Muerte, es por eso que mi mayor miedo sería que la Muerte no llegara nunca...
Greetings from the coffin
No opinare sobre tu escrito.
ResponderEliminarSolo diré que me emocione con los últimos dos párrafos.
Ahora entiendo tu amor por la historia, te felicito por la pasión que expones todo.
Besos!
Muchas gracias! de verdad, me ha hecho mucha ilusión leer tu comentario... es muy bonito!
EliminarBesos querida!!