Adiós, mi ángel negro

Lamento haber estado tanto tiempo desaparecida, Marzo desgraciadamente ha sido el peor mes que recuerde y aunque este Abril no está empezando con buen pie, hoy me siento obligada a escribir en el blog.

Pues hace exactamente un mes tuvimos que sacrificar a mi perro, mi ángel Blues. En cuestión de diez días, el pobre ya no pudo soportar su dolor y se vino abajo. Lo que pensamos que en un primer momento se trataba de una artrosis provocada por su avanzada edad se transformó en un cáncer muy expandido con numerosos tumores por el estómago, el páncreas y el intestino. Así que mis padres tuvieron que tomar la decisión de dejarle marchar... Ojalá me hubiera podido despedir de él, pero tenía que ir a trabajar y fue por un triste whatsapp como recibí la noticia.

Por eso hoy, aun cuando todavía espero que salgas de debajo de la cama para que te hagamos alguna caricia, siento que tengo que decirte adiós y dedicarte una entrada. Pero esta entrada no solo la escribo por mí, sino también para que el mundo sepa que los ángeles existen y que a veces tienen cuatro patas, están llenos de pelo y mueven el rabo para alegrarnos la vida. Pues tú, mi querido Pupete, o Bizcohito Mío, o Bluesete, o un largo etc. de todas esas cosas que te llamaba, fuiste mi ángel salvador y mi mejor amigo, quien me apoyó cuando más lo necesitaba y a ti van dedicadas estas palabras.

Perdón por no poder haberme despedido de ti, perdón por no haberte dado un último abrazo, en mi memoria quedará grabado cómo me mirabas mientras me iba al maldito trabajo, solo recordarlo hace que se me inunden los ojos en lágrimas. Te quiero, Pupetillo mío y este poema es para ti, solamente tuyo; sé que es poco comparado con lo que tú me diste, pero espero que donde quiera que estés puedas sentir estas palabras:

Algún día

Algún día tenía que ocurrir.

Sin embargo el saberlo

no hizo digerir

el dolor de tu marcha

hacia el descanso eterno.

Pero algún día volveré

a acurrucarme a tu lado,

a juntar tu pata y mi mano,

a abrazarte entre mis brazos.

Algún día volveremos a jugar

entre nubes de eternidad

y el Tiempo quedará parado:

querrá disfrutarse con nosotros.

Algún día volverás a despertarme,

a llenar mis mañanas de besos.

Y más allá del Universo

podré volver a decirte que te quiero.

Algún día las estrellas

iluminarán mi camino,

para poder encontrarte,
destino final de mi destino.

Mientras tanto, ¡recuérdame!

Al otro lado del Arco Iris

yace allí y ¡espérame!

que cuando muera estaré contigo.

Te quiero, mi Blues. Algún día nos veremos al otro lado del Arco Iris...