Madrid, 15 de junio de 2016
Querido/a lector/a:
Esta era la idea que me estaba rondando, adentrarme en la entrada epistolar, por su belleza, que espero poder transmitirte. Pero no es esta la única novedad. Es posible que en algún momento me hayas escuchado o leído hablar de mi intención de crear un blog dedicado a la historia que se ha convertido en mi objeto de estudio.
Imágenes al azar del buscador de Google |
Llegué a crear tal blog y a publicar alguna entrada, pero el máster me obligó a dejarlo de lado y ahora que por fin puedo volver a él, lo encuentro un poco frío. Mi intención era darle una imagen más académica y profesional, y por ello pensé que no tendría cabida aquí, en El Dementerio. Hasta que me he dado cuenta de que si hubiera seguido así, habría traicionado todo aquello por lo que siempre me he rebelado.
Sinceramente, opino que la Historia se encuentra bastante desligada de nuestra sociedad actual, y siento que el mundo académico es, en parte, responsable. Tanto en la carrera como en los másteres he observado (y padecido) ese elitismo, esa categorización entre historiadores de primera y de segunda, esa distinción peyorativa entre la historia que debe ser investigada y aquello que no puede ni considerarse historia. Por ello, mi más sentida admiración siempre ha ido hacia aquellos profesores, y más aún, maestros, que se salían de la norma (y de una forma u otra, he sentido que el cariño ha sido mutuo).
No quiero decir que cualquiera sin formación puede dedicarse a la Historia. No. Soy la primera que defiende que debe ser investigada por aquellos que a través de licenciaturas, grados, másteres y doctorados se han (nos hemos) formado en el desarrollo de un espíritu crítico para ser capaz de desentrañar todo este pasado que permanece dormido.
Mi querido/a lector/a, déjame plantearte un pequeño juego. Imagínate que sé mucho de anatomía e incluso de enfermedades, pero no me he preparado en la universidad, ni he hecho prácticas. Dime sinceramente, ¿me dejarías hacerte un trasplante de riñón? Ahora imagina a la Historia como ese cuerpo enfermo que necesita una operación: tú y yo sabemos qué pasa en el órgano del año 1085, en el órgano 1789, o en el 1812... Pero cuando aparece un órgano enfermo, enterrado en el paso del tiempo, olvidado en el fondo de un archivo histórico, solo un historiador, o alguien formado en el estudio del pasado, puede operar, porque él es el único cualificado para ello.
Para mí ser historiadora siempre ha sido más, mucho más que saber lo que pasó en una fecha u otra. De hecho, nunca me ha preocupado saber esto. En primero de carrera tuve un profesor que nos dijo: "No os aprendáis fechas como si fueseis máquinas. Está bien saber las más importantes, pero las demás podéis hallarlas en los libros. Lo realmente importante es saber por qué se suceden los procesos". Para mí, la Historia no se aprende, se reflexiona, pues mi mayor interés es conocer, sentir a todas aquellas personas que vivieron en esta tierra mucho antes que yo.
Creo que es este lado más humano de la Historia el que poco a poco se ha ido perdiendo en el mundo académico. Y eso se ve reflejado en la forma de divulgarse. Recuerdo a otro profesor del máster de Medieval que nos dijo que si un día pretendíamos escribir novela histórica, lo hiciéramos con un pseudónimo para evitar que pudieran usarlo en nuestra contra en algún congreso. Quizá la cosa que me daba afirmaciones como esta me llevaron a crear otro blog, pero hoy me rebelo contra ello, me reafirmo en todas las pequeñas rebeliones que he ido haciendo en la universidad, y abro una nueva habitación en el Dementerio, que se ha consolidado como mi hogar virtual, para compartir contigo esas pequeñas historias de la Historia que tanto me han emocionado. Y si el día de mañana algún historiador en alguna conferencia fuera capaz de criticarlo, no estaría diciendo nada de la clase de historiadora que soy, sino de la clase de persona que es él.
Así, mi querido/a lector/a, te invito a leer mis futuras cartas en las que, además de todo lo que vengo hablando hasta ahora, incluiré cosillas de Historia. Déjame una última reflexión. Mi director de este TFM, entre otras críticas, me dijo que tendía a escribir mucho, a recrearme en la escritura. Tiene razón. Ahora releo esta entrada y sé que la podía resumir en un "Mira, lector/a, paso de tener dos blogs. A partir de ahora voy a meter aquí entradas sobre historia". Pero qué frío queda, qué vacío de sentimientos, de esa pasión que es la Historia. Y contra eso, también me rebelo.
Gracias por leer,
greetings from the coffin
No me esperaba esta entrada pero me ha gustado. Al principio también ponía en mi blog algunas entradas sobre historia pero luego la frustración de no saber realmente todo lo que quiero saber sobre el tema (mitología y creencias más bien) hizo que lo dejara.
ResponderEliminarAl igual por esto, por querer siempre especializarme sobre esos temas me han considerado una historiadora de segunda como tu bien dices y me parece una cosa horrible, como si por ejemplo ahora que me muevo en este campo, la arqueología y la cerámica tuvieran que estudiarse sí o sí pero los ritos y las creencias no porque 'no son historia'. He tenido siempre problemas con mis trabajos por esto y no puedo comprenderlo.
También como dices, creo que la gente que ha estudiado historia es la que realmente está preparada para entender el pasado pues mucha gente dice que sabe mucha historia y en verdad lo único que hace es coger un ejemplo del pasado para reafirmarse en un asunto presente y eso tampoco puede ser, o como eso que dicen de que Platón era comunista O.o en verdad me mata el alma...
En fin, en resumen es que estoy de acuerdo con lo que dices y siento el comentario eterno aunque hace tiempo que no te escribía tanto pero creo que se lo merece de historiadora a historiadora ^^
Yo te animo a seguir publicando entradas de historia, porque así te ayuda a ampliar tu conocimiento sobre los temas.
EliminarSobre la historia de segunda, siempre me ha parecido gracioso que nos dijeran que no debemos mirar al pasado con los prejuicios del presente, pero luego las creencias (que eran tan importantísimas en el pasado) no deben estudiarse por no considerarse historia. Así no se hace historia.
Me alegro de que coincidamos XD es que una vez leí un comentario en internet que decía algo así como ¿para qué vas a estudiar historia? Con leerte un libro, ya te la sabes... De lo que esa criatura no era consciente era de que el autor de ese libro fuera un historiador formado en la carrera de Historia, si entiendes adónde voy.
¡Yo encantada con tu comentario! Si tienes toda la razón del mundo ^^
Yo opino que la Historia por supuesto debe estudiar los grandes hechos del pasado, debe recoger los errores, las victorias, los más importantes hitos de la humanidad; pero también pienso que son las pequeñas cosas, los detalles, las creencias, las costumbres, las que construyen poco a poco la realidad, pasada, presente y futura. Creo que basarse en solo lo catalogado como "importante" y dejar de lado todo lo demás es un error, es dejar en el pasado la base de todo. No me gusta. No soy historiadora de primera ni de segunda, como mucho una mera aficionada, pero cuando leo sobre historia me gusta saber acerca de pequeños detalles, de curiosidades, de cosas más banales que un hecho histórico en sí; para mí tienen más importancia de lo que parece.
ResponderEliminarTe animo a llevar tu idea a puerto y escribir sobre historia aquí. Te leeré gustosamente :).
¡Un abrazo!
Y toda la razón tienes ^^. No existen historiadores de primera o de segunda, existen historiadores formados y aficionados a la historia, y también existen distintas ramas de estudio que son las que ayudan a formar la visión global de lo que supuso cada etapa histórica. Creo que esto es muy simple, pero a la hora de la verdad, hay mucha competición, mucho elitismo, y mucha tontería suelta XD
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias por tus ánimos!! Ya tengo algo en mente para empezar a leer y poder subir algo pronto XD
¡Un abrazo!