Madrid, 29 de junio de 2016
Querido/a lector/a:
Seguramente, de una forma o de otra, llegó a ti el conocimiento de que el pasado viernes me tocaba defender mi TFM ante un tribunal. La noche anterior, cuando ya los nervios estaban convirtiendo mi pecho en su parque de atracciones particular, se me ocurrió mirar el correo por si mi tutor me hubiera dicho algo a última hora.
Y sí, tenía correo suyo. Nos informaba de la triste noticia por la muerte de una profesora muy cercana tanto a él como a otros miembros del departamento. Además del dolor que se sentía en cada palabra de ese correo, me vino a la mente la situación tan violenta en la que nos íbamos a ver al día siguiente, pues, mi querido/a lector/a, mi trabajo iba sobre el tema que más pasión e interés despierta en mí: la muerte. No me veía capaz de hablar sobre esa pasión ante personas que acababan de perder a alguien tan próximo...
Llegó el viernes y les pedí perdón por las circunstancias. Mi tutor me ofreció la posibilidad de participar en una publicación como homenaje hacia esta profesora, así que me puse a recordar cuál había sido mi relación con Ella a quien lamentablemente solo tuve en primero de carrera, hace diez años.
Había olvidado una de las cosas más importantes de mi vida. Había olvidado que Ella, a pesar de ser Egiptóloga, me había llevado por los caminos del Orientalismo. Pues Ella, en aquella asignatura sobre Historia Antigua de Oriente y Egipto, nos había mandado leer este libro de tan bella portada que me permitió, de forma sencilla y magistral, entrar en contacto con la auténtica historia del Oriente Próximo.
Más aún, me permitió conocer a un personaje con el que inicié desde aquel momento una especie de romance figura histórica-historiadora que se ha ido fortaleciendo con el paso de los años y de las ediciones. Estoy hablando de Gilgamesh, aquel rey de Uruk protagonista del poema épico más importante del Oriente Próximo antiguo.
En las páginas de este libro de Sanmartín y Serrano, me encontré con esta reflexión de Gilgamesh sobre la muerte que me marcó por su belleza y se quedó para siempre grabada en mi memoria:
"Nadie ve a la muerte;
nadie ve el rostro de la muerte;
nadie oye la voz de la muerte.
Pero la muerte cruel se lleva a toda la humanidad."
Pero la muerte cruel se lleva a toda la humanidad."
Mi pequeña colección gilgameshiana que me pide crecer |
Y todo esto fue gracias a Ella. Que arda ahora esta vela en su honor, que su luz eleve mi agradecimiento, y que Anubis la guarde y la guíe hasta la Otras tierras de los faraones...
Gracias por leer,
greetings from the coffin